Aquel hombre se guía por el GPS a través de la Ciudad Prohibida. Aunque la precisión del sistema es muy alta, el error en la ubicación es de apenas unos metros. En fracciones de segundos, el satélite hace los ajustes necesarios tras detectar la anomalía. Lo que ignora aquel dispositivo es que la dilatada ciudad, con sus rutas y carreteras, empieza donde termina.
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