30 de enero de 2016

UNA ESCULPIDA FIGURA PARA "EL ABRAZO DE LA SERPIENTE"


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Gracias a mi esposa, quien me invitó a cine, pude apreciar la película “El abrazo de la serpiente” del director colombiano Ciro Guerra. Evidentemente la cinta dialoga con la tradición occidental al recrearse el viaje hacia el interior de la selva y al interior del alma humana en su versión cinematográfica. Ya en novela La vorágine, José Eustaquio Rivera, nos permitió conocer, el fenómeno de la cauchería, teniendo como lugar común la verde Amazonía. Hoy, una nueva voz me habló, porque en la película no nos hablan desde el punto de vista del explorador sino del indígena y desde la cosmogonía que rige su mundo.

Es la historia de Theodor Koch-Grunberg, un explorador alemán que recorrió Brasil y supo colocar su mirada exploradora en Colombia, confirmando de paso, lo escrito por Rivera por allá en 1924 cuando los indígenas eran explotados por el caucho. En la película de Guerra no sólo eso pasa, también hay quienes padecen el yugo de la cruz y de oscuros evangelizadores al prohibirles hablar en sus lenguas y adorar a sus dioses.



Koch-Grunberg, según he leído, fue el primer explorador en escribir sobre las comunidades de una manera humanista, y aunque toda es ficción en la película, los eventos están inspirados en hechos reales. Cabe recordar aquí, que la ficción es la simulación de la realidad que realizan las obras literarias, cinematográficas o de otro tipo, cuando presentan un mundo imaginado al receptor de la obra artística. Dicho así, la película es una historia inspirada en eventos y es también un modo de acercar a quien así no lo entiende. La película es exigente en grado sumo para el público general, tal vez por eso, le siguen otorgando cada vez más premios y ahora está nominada al premio Oscar.

"El abrazo de la serpiente" atrapó a tres almas, que en un horario inusual, asistimos para verla por última vez en la ciudad, que hace tiempo dejó de tener ojos para el cine de calidad en una de las pocas salas de cine tradicional existentes a nivel nacional. Dijo Ciro Guerra, que haber rodado la película en blanco y negro se debió a que las imágenes de los primeros exploradores fueron así. Yo, en cambio, pienso que a través de esas imágenes se nos muestra un Amazonas inexistente, un río que es tan solo un recuerdo en el inconsciente colectivo y que se recrea en la película como la gran Anaconda. Apreciar la película en blanco y negro es percibir el mundo como podría terminar ante el paso devastador nuestro, asunto que las comunidades amazónicas lo entendieron primero que los muchos y grandes pensadores occidentales.

Grabada con actores naturales (Antonio Bolívar y Nilbio Torres) y en lengua nativa, se nos recuerda que nosotros somos parte de la naturaleza, venimos y vivimos de la naturaleza; por lo tanto, ella se encarga de darnos el agua, el aire, el alimento, el calor, la medicina. Todo está en la selva. Sin embargo, otra idea acarician los grandes imperios: apoderarse cada vez más del mundo en un acto de inconcebible voracidad porque aquí y allí, está la riqueza, el aire puro, la selva, el agua como las leyendas del futuro más grandes del mundo una vez terminemos con todo lo existente, según dijo en una entrevista Antonio Bolívar. Los dos actores, son dos testimonios vivientes de lo que a diario se nos dice y se nos muestra, pero que todavía no queremos ni creemos a pesar de estarlo padeciendo su escasez. 

que venga ese Oscar, por una raza subestimada y cansada de que no se valoren sus tradiciones y de ver con impotencia cómo van desapareciendo, porque nadie las entiende ni atesoraGuillermoCastillo.
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