4 de junio de 2016

ANTOLOGÍA DE MICRORRELATOS DE AMOR Y DESAMOR

El beso del ayuntamiento de Doisneau

En atención a la invitación hecha por Lilian Elphick y la revista virtual Brevilla, envié dos microrrelatos con tal fortuna que fueron seleccionados, dándole mérito a cuanto escribo como resultado de saber mirar o de atisbar a una auténtica flotilla de embarcaciones de todo tipo llamadas realidad. Aquí los textos:


CONTRACTURAS

Sus manos se desplazan de forma progresiva y extensa sobre los músculos profundos como recurso natural contra la actividad refleja y el dolor de aquel hombre. Poco a poco, bloquea el ascenso por la médula espinal de los impulsos dolorosos, en su camino hacia el cerebro. Al silencio de aquella sala, se suma la música instrumental con sonidos de agua para favorecer aún más la relajación. El hombre la atrae hacia su lado queriendo romper con aquel momento de mutismo. Pero de tan esperado momento, es la joven quien lo saca al hablarle de su soledad, de la indiferencia siendo síntoma del desamor de su marido, y de cómo con el pasar del tiempo olvidó que a ella le encantan las flores.

El hombre, no dice nada. Su silencio podría confundirse con la frialdad, pero en realidad, es un hombre que tan solo guarda la esperanza que tras sus frases escuchará su señal de reciprocidad. Entonces él, le declarará todo ayudado por el resplandor de su mirada. Pero cierra los ojos, siente sus manos ayudadas por el balsámico olor a naranja en el exacto volumen de su cuerpo. Cuando las envolventes manos de ella vacía sus músculos de toda rigidez hasta dejarlo exhausto, el hombre abre los ojos, quiere por fin decirle que con ella está a salvo, que desde hace tiempo está unido a ella sin tocarla; quiere que su confesión lo descubra todo, pero la mujer se habituó a todo e incluso a ignorar un inconfeso amor.
©Guillermo Castillo.

PERSPECTIVAS
 
El hombre la abordó en la habitación con agilidad felina porque las artes amatorias no sólo obedecen a un instinto carnal, sino que son una dinámica sexual que permite reflejar miedos, inseguridades, exigencias y necesidades. Cuando sus manos recorrían su cintura, la mujer tuvo que apretar los glúteos, elevar la cadera y ondular sus vísceras para atenuar un intento de disparo rápido. Era la posición del misionero.
Acto seguido con la postura del perrito, el atacante confirmó que el sometimiento es excitante dentro y fuera de la cama y, con esa posición, no tenía temor alguno al entrar en contacto con su lado más animal. Entre tanto, la mujer podría aparentar ser reservada hasta darle rienda suelta a los impulsos más atrevidos e insospechados al no tener una sola prenda.  
Por la certeza de que la inactividad es perniciosa, el hombre acogió la postura del vaquero, pues le encanta que su mujer tenga la firme convicción de pelear por lo que quiere, sin importarle el qué dirán; además, porque no le agradan las cosas fáciles y le gusta tener en la mira todo lo que ocurre a su alrededor; a no dejarse imponer la voluntad de otros y demostrar de qué está hecho y a qué ritmo le gusta hacer las cosas.
Lo que no pudo vislumbrar aquel hombre, es que el dolor con cualquiera de las posturas, la carne nunca será señal de obediencia, sino de resistencia y murmuración por sus fantasiosos intentos mentales de ejecutar cada postura.
©Guillermo Castillo.





SIBARITA


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Llevarlo a la boca no tiene igual. Es como si de pronto todas las sensaciones se juntaran y redujeran a una sola cosa. Toda esa cremosidad, humedad y recubrimiento se acrecientan y se retardan para llenarte la boca. Su textura se convierte en algo rebosante de impulso y de tracción, pero a la vez consistente y delicado en la lengua y el paladar. Podría asfixiarme mientras permanece en la boca tras la ingestión, aun así soy capaz de arrancarle de un mordisco un pedazo mientras predomina la suavidad. 

Cuando decrece y se prolonga, soy yo quien le da vida; mi boca lo mantiene, y se retuerce ante mi lengua inquieta. Me ha gustado lo que ha salido de ti azucarado, lechoso, espesante hasta fundirse y discurrir frío, blanco y viscoso por mi ser, todo asociado a un helado de alta calidad.
©Guillermo Castillo.


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